Setién busca alternativas para reactivar a un Barça sin velocidad ni energía. Messi pide que jueguen juntos, que vayan todos a una y que sea el toque impuesto por Setién el hilo conductor. Las lesiones de Suárez y Dembélé en el ataque, la salida masiva de jugadores en invierno para reducir costes y los problemas atrás han dejado al Barça con un número mínimo para afrontar la exigencia de la competición.
Busquets ya no rinde como mediocentro al máximo. Las líneas juegan cada vez más alejadas y eso sirve para dejar a Busquets en medio de un oasis con muchos metros y rivales que cubrir. Imposible recuperar el balón bajo tales circunstancias. El Barça pierde cinco metros con el paso atrás de los centrales que no achican y otros cinco con los delanteros que no vuelven. Así, cualquier mediocentro del mundo sería un hombre al agua.
La solución: Busquets de central con De Jong de mediocentro. Busquets es capaz de anticipar, de ganar los duelos y los balones divididos y nadie mejor que él – acostumbrado a que le presionen por delante y por detrás – para mantener la calma y encontrar la mejor salida del balón ante la presión del rival. Sólo un problema: su velocidad para defender su espalda. Ahí sólo queda tirar de excelencia y de colocación, si algo ha demostrado Busquets es que nadie anticipa las acciones mejor que él.