14h38 CET
28/10/2025
Madrid, 28 oct (EFE).- El español Álex Mumbrú (Barcelona, 1979) levantó el pasado 15 de septiembre el trofeo de campeón del Eurobasket como seleccionador alemán. Si complicado fue ganarlo, casi tanto o más ha sido salir victorioso del 'partido' que ha estado disputando con su salud los dos últimos meses. Después de 32 días ingresado, ha salido del hospital con la satisfacción del trabajo bien hecho, pero siendo más consciente de los riesgos asumidos, según explica a EFE en una entrevista.
Pregunta: ¿Cómo está?
Respuesta: Ahora la verdad es que bien, ya me siento bien. Poco a poco cogiendo peso y recuperando todo lo perdido.
P: ¿Qué era lo que más ganas tenía de comer?
R: A veces me decían que me estaba fustigando un poco porque estaba en el hospital, no podía comer y estaba mirando cosas de comida. Me apetecía comer un poco de todo. Más que algo en especial, volver a comer. Llevaba un mes y medio sin comer y era demasiado.
P: ¿Cómo fue todo ese proceso desde que ingresa en un hospital de Tampere (Finlandia) justo antes de empezar la fase de grupos hasta hoy?
R: Me pasa justo al llegar. Vamos al hospital y allí me explican la situación, lo que me pasa. Hay un momento que decido salir, me vuelvo a reunir con el equipo. Ahí hago lo que puedo, perdiendo mucho peso porque llevaba ya tres o cuatro semanas sin comer. Después de todo eso ganamos el oro y nada más acabar, me voy para el hotel. A las ocho horas salgo para Barcelona y nada más llegar voy al hospital, me ingresan y paso 32 días ahí recuperándome.
P: Habla de su decisión voluntaria de salir del hospital de Tampere para irse hasta Riga con la expedición. Afortunadamente todo ha salido bien, pero ¿en algún momento ha pensado, después de acabar el Eurobasket, en lo que podía haber salido mal y las consecuencias?
R: No era muy consciente de lo que era una pancreatitis hasta que la he sufrido y hasta que luego me han explicado todo lo que podía ser, porque al final no somos doctores y no entendemos de las enfermedades. Es verdad que corrí riesgo, un riesgo más grande del que incluso yo pensaba. Pero al final las decisiones son así. Tenía ganas de estar con el equipo, veía que teníamos opciones de ganar. Tomas la decisión que tomas y no le das muchas vueltas. Ahora que conozco más la pancreatitis seguramente me lo pensaría tres o cuatro veces y no sería tan 'hooligan' como esta vez, pero seguramente acabaría tomando la misma decisión.
P: Con la información que tiene ahora... ¿qué le diría a alguien en una situación como la suya?
R: Que vaya al hospital enseguida porque duele, porque se pasa mal. Pero si alguien tiene una pancreatitis y está sufriendo el dolor, ya sabe lo que es, no hace falta que yo le diga que duele.
P: Sí, pero me refiero a si le diría que se fuese a entrenar en un Eurobasket, que hiciese todo lo que hizo usted.
R: No, le diría que fuera a un hospital. Y si le pasa a alguien de mi familia, le diría que se vaya al hospital, que tiene que estar allí. No dejaría que fuera a un Eurobasket, seguro. Eso no significa que mi familia no me lo dijera, mi familia me lo decía, lo que pasa es que es difícil; soy cabezón y difícil de convencer.
P: Ha dicho que seguramente usted volvería a hacerlo. ¿Qué piensa su familia?
R: Ellos no. Tu mujer está sufriendo al lado tuyo, viendo cómo no comes, cómo estás cansado, cómo te están poniendo suero para que no te deshidrates... ve que no estás bien y que te vas para un partido y es un poco inexplicable. También te digo que lo teníamos todo controlado con el doctor de Alemania para si pasaba algo estar enseguida en un hospital. Y también con unos amigos nuestros; ella es doctora digestiva, vino a ver el Eurobasket con su familia y estuvo también muy cerca mío cuidándome. Sería mentira no decir que no hubo riesgo pero estaba todo, entre comillas, controlado.
P: ¿Cuál ha sido el momento más duro de todos?
R: Cuando sucedió. El momento de llamar a la ambulancia, de estar en el hospital, del dolor, de intentar controlar, de entrar en la UCI... Hasta que controlamos el dolor fueron 12 horas complicadas, las más difíciles.
P: En situaciones como la suya o, por ejemplo, la que tuvo el ex seleccionador español Pepu Hernández antes de la final del Mundial del 2006, cuando fallece su padre y él dirige esa final, ¿de dónde se sacan las energías físicas o mentales para centrarse en el baloncesto? ¿A uno le empuja la adrenalina, la competitividad o la responsabilidad?
R: Un poco todo. Que estás en una final, que el equipo confía en ti, que hemos hecho un plan de partido, que está la adrenalina de poder ganar el partido. Hay muchas cosas ahí. Me acuerdo que en la media parte del partido incluso grité, era como ya mi último aliento, para que funcionaran cosas que no estábamos haciendo bien y que cambiáramos algunas cosas. También tuve la suerte de tener a unos jugadores comprometidos y honestos, aparte de ser muy buenos.
P: ¿Cree que a los jugadores el esfuerzo que ha hecho les ha servido de motivación?
R: Yo creo que sí, muchas veces lo dijeron. Hicimos una rueda de prensa en la que estaba yo y los jugadores detrás porque sabían lo que me estaba pasando. Me veían cada día, sabían que no comía, que cada vez bajaba de peso más... Al final lo notan, ven que no haces vida normal con el equipo sino que estás solo en las reuniones y en los partidos. Querían también ellos que estuviera ahí y estuvimos todos juntos como una familia.
P: ¿Siente que en Alemania se le ha reconocido como el artífice del Eurobasket desde el banquillo? Al final el que salía en la foto era Alan Ibrahimagic, su ayudante.
R: La verdad es que me da igual, no te voy a engañar. Sé lo que hicimos, sé lo que hice. Sé lo que costó motivarles para cambiar un juego que tenían que había sido muy exitoso. Sé cómo jugamos y cómo pasamos por el Eurobasket; cómo jugamos en grupo y cómo lo ganamos. Sé el baloncesto que hicimos y me siento totalmente orgulloso de lo que conseguimos.
Carlos Mateos Gil