12h27 CET
03/11/2025
Sevilla, 3 nov (EFE).- El extremo brasileño del Betis Antony Matheus Dos Santos es escueto de físico, hablando y jugando al fútbol y tira de catón para hacer fácil lo difícil y esgrimir la máxima de que en el fútbol el camino más corto y eficaz es la línea recta y pegarle a puerta para marcar goles, como los dos que hizo ante el Mallorca en La Cartuja.
"Es trabajo, no suerte", afirmó el internacional brasileño tras firmar su segundo doblete de esta temporada después del que valió el empate bético ante el Villarreal (2-2), quedarse a las puertas de llevarse el balón a su casa si no es por el pie que le sacó a bocajarro el finés Lucas Bergström y servir el tercer gol bético al marroquí Ez Abde.
El primero al hierro abajo, el segundo de rosca al de arriba aunque ya no haya hierros, y el pase a Abde, canónicamente atrás para que fusilara el marroquí. Antony ya ejerce como el jugador diferencial que fue en los cuatro meses en los que deslumbró la pasada temporada en su cesión desde el Manchester United, en los que jugó veintiséis partidos, entre ellos la final de la Liga Conferencia perdida ante el Chelsea, en los que marcó nueve goles.
Tras regresar a Inglaterra, el internacional paulista vivió un verano de incertidumbres entrenando en solitario por su empeño siempre declarado de fichar por el Betis y las lógicas exigencias económicas de los 'Red devils' por un jugador al que habían fichado desde el Ajax holandés por la friolera de unos cien millones de euros.
Al límite del cierre del mercado, el extremo brasileño fichó por el Betis hasta 2030 por unos veinticinco millones de euros, aunque, además de la presión de los grandes por su papel protagonista, llegó con la rémora de no haber hecho la pretemporada con sus compañeros, como ha insistido el técnico chileno del Betis, Manuel Pellegrini.
"Es un jugador que estuvo mucho tiempo parado, casi cuatro o cinco meses sin entrenar. De a poco tiene que ir recuperando su mejor forma, la calidad la tiene y siempre es desequilibrante y con muchas ganas siempre de aportar, a veces con más precisión, a veces con menos", recordó el chileno tras la victoria ante los de Jagoba Arrasate.
La presión autoimpuesta pudo lastrar la eficacia del internacional brasileño en sus primeros compases como jugador bético en esta temporada, en la que el exorcismo llegó con sus dos goles al Villarreal anotados el pasado 18 de octubre, los dos de sendos disparos a puerta en colaboración con la coral que en el Betis, a la espera de Isco Alarcón, conforman futbolistas como el colombiano Cucho Hernández, Ez Abde, Pablo Fornals o el argentino Giovani Lo Celso.
Además de los toques, como el sutil de Fornals en el empate ante el Villarreal o el no menos de Lo Celso en la asistencia a Abde en el tercero frente al Mallorca, cuenta y mucho la inteligencia del Cucho a la hora de tener la pelota, jugar de espaldas o atraerse defensas para abrir espacios.
Pese a que los vídeos previos a su llegada al Betis se recreaban en los alardes de virtuosismo del brasileño, Pellegrini ha trabajado la prosa con Antony y, sin coartarle un ápice en su técnica, lo ha convertido en paradigma de futbolista directo, por la banda o por el centro en diagonal,
Liberado de presiones añadidas, Antony suele tirar de manual y, desde la banda diestra que ocupa junto al recobrado Héctor Bellerín y como canta su '7' en la espalda, tira la diagonal para buscar su izquierda y pegarle, lo que, según insiste, no es suerte, sino trabajo concienzudo en los entrenamientos.
Lo diferencial es que, pese a que los defensas están más que advertidos, como pasaba con el regate por la derecha de su compatriota Garrincha, la hace como en los dos goles que anotó, en el que pudo ser su tercero y en la asistencia que le dio a Abde, también por el camino más corto pero atrás: a sus veinticinco años, ha llamado con fuerza a las puertas de la 'Canarinha' para el Mundial.